Cuando todo lo extraño se vuelve paisaje

A propósito de "Proyecto Casa"

Marzo, rotonda delimitadora y de acceso entre Iquique y Alto Hospicio, allí, en el cerro, entre el polvo y la tierra se divisa aquello que por lo que muchos giran la cara cuando suben o bajan por la carretera y para lo que muchos otros ni siquiera merece un suspiro . Los denominados "ruqueros", una parte más del paisaje desértico del cerro, mantienen su vida allí, en sus viviendas construidas con materiales precarios y allí desarrollan su cotidianidad; por la mañana, cuando el sol calienta la tierra, bajan con bidones para conseguir algo de agua, cruzan la carretera, se acuestan en el badejón de pasto de la rotonda, ocupando lo poco de sombra existente en la zona.

De ahí quién sabe, lo cierto es que lo que al principio me extrañaba cada vez me parece más normal, es lo que pasa cuando, instalada en un nuevo lugar, pasas la fase del asombro, aquella etapa en la que completamente sin prejuicios ni aprehensiones emocionales ligadas al territorio, puedes observar y captar todo lo que ocurre alrededor, ahora, ya conociendo de a poco los códigos de este nuevo lugar no sé si decidirme por sentirme una habitante más, o seguir siendo una inmigrante, la verdad es que ambos roles se disputan todos los días el protagonismo.

Así, me es más fácil delimitar ideológicamente la ciudad, ante mí se clasifica la urbe en un orden caótico, pero entendible, en donde la vivienda pasa a ser un tema tratado de formas extrañas y tragicómicas, en donde el alto valor del suelo, las malas condiciones de vida y la droga se conjugan en una relación más compleja y engorrosa de lo mencionable aquí. Y en donde el clima beneficia toda forma de habitabilidad no convencional, incluso, al parecer, en sitios tan inhóspitos como los encontrados en los faldeos del cerro que une ambas comunas.

video registro, ruqueros en unión Iquique-Alto Hospicio, parte del proceso de investigación y obra de Proyecto CASA